Archivos para octubre, 2014

Cada día me gustas más.

Cada día me gustas más, cariño. Me gustas enfadada y despistada, me gustas alegre y sarcástica, me gustas en pijama y también sin nada, me gustas callada y cuando no callas, me gustas de frente y también de espaldas, me gustas de todas formas, porque cada una de tus formas me transporta, me eleva, me sonroja y me devuelve a la fantástica realidad, la nuestra.

Cada día me gustas más, cariño. Me gusta pasear por las calles de una abarrotada Barcelona de tu brazo o tú del mío. Me gusta compartir un café, una conversación y siempre poder echar la vista atrás y recordar. Me gusta cocinar para ti, ponerme la música, una copa de vino blanco y cocinar con todo mi amor para ti. Me gusta despertarme a tu lado sin que suene el despertador y que seas tú, quien a besos, a insistentes besos, me despiertes.

Cada día me gustas más, cariño. Me gusta cuando tienes frio y te abrazas a mí, buscando mi calor. Me gusta que me calles, sí. Me da igual que  sea a besos, que sea a risas o con tu dedo sobre mis labios. Me gusta que me sigas el juego, cuando me da por interpretar papeles o por bailar encima de la cama cuando suena una canción que me gusta. Me gusta que te emociones ante mis palabras, ante una película o cuando recuerdas ciertas cosas. Me gusta que seas tan buena persona con tus amigos.

Cada día me gustas más, cariño. Me gusta cuando me miras y crees que yo no me doy cuenta. No sé lo que piensas, pero tiene pinta de ser algo maravilloso, como tú. Me gusta oírte hablar de nuestra sobrina, de chulear de sobrina, de no cansarte de enseñar fotos de ella… Me gusta que estés deseando salir del trabajo, para venir a casa, junto a mí. Me gusta que no tengas miedo a hacer kilómetros solo por verme, solo porque yo vea a mi gente, solo porque estemos bien.

Cada día me gustas más, cariño. Me gusta que seas tan valiente, tan echada para adelante, tan segura de ti misma, tan increíblemente especial. Me gusta tu voz, tu inconfundible y dulce voz. Me gusta oírte cantar, interpretar voces y ver cómo disfrutas. Me gusta mirarte cuando vemos una película y sentir tus emociones a flor de piel. Me gusta ducharme contigo y enjabonar tu cuerpo. Me gusta el olor que dejas en mi cuerpo después de abrazarme.

Cada día me gustas más, cariño. Me gusta verte comer, porque sé que con pocas cosas, disfrutas tanto. Me gusta la paciencia que tienes conmigo en infinidad de cosas. Me gusta que no me metas prisa cuando salimos por ahí y me dedicó a hacer mil fotos. Me gusta que me apoyes en cada cosa que se me ocurre hacer. Me gusta que me alientes, que confíes en mí, cuando ni si quiera yo misma lo hago. Me gusta que pienses que soy especial y mejor aún, me gusta que me hagas sentir así, especial.

Cada día me gustas más, cariño. Me gusta sentir que me quieres y sentir que sabes lo mucho que yo te quiero. Me gusta hacer planes contigo. Me gusta como haces las maletas. Me gusta que siempre me hagas el desayuno. Me gusta que siempre tengas soluciones para todos mis problemas. Me gusta que te impliques tanto en todo. Me gusta tenerte cerca, cuanto más, mejor. Me gusta bañarme contigo en el mar. Me gusta sacarte a cenar y compartir una cerveza contigo. Me gusta hacerte bromas.

Cada día me gustas más, cariño. Me gustas sin más, me gustas sin menos. Me gustas tú, sin peros ni porqués. Me gustas sin preguntas, y siendo tú la única respuesta. Me gustas y eso me gusta. Me gustas porque cambiaste mi vida, porque hiciste que olvidara todo lo demás. Me gustas a raudales.

Cada día me gustas más, cariño.

¿Habéis tenido la sensación de que el orgullo que sientes hacia una determinada persona no te entra en el pecho? ¿Qué el orgullo que sientes es tan grande que lo tienes que sacar de dentro de ti? ¿Qué tienes que explicar y mostrar al resto de las personas tu motivo de ser la persona más orgullosa del planeta?

Así me siento yo…

Me había sentido orgullosa muchas veces de las personas que tengo cerca. Siempre hay algún motivo por lo que sacar pecho, por lo que poder susurrar dentro de mí, lo afortunada que soy. Siempre hay algún motivo por el que sonreír, por el que reunir a tus amigos. Siempre hay algún motivo que te empuja a seguir hacia delante…

Sentir orgullo por alguna persona cercana a ti, es precioso. Cerrar los ojos y pensar, es parte de mí. Es mi pareja, mi hermano o mi hermana, mi amiga… Esa persona tan grande, es parte de mí… Y notar como algo dentro de ti, se hace aún más grande. Porque rodearte de ese tipo de personas, de las que te hacen cerrar los ojos, coger aire y sentirte grande, es lo que me hace sonreír y seguir hacia delante.

Recuerdo ver a mis hermanos en sus respectivos trabajos, serios, guapos, con su saber estar y su saber hacer. Recuerdo verles resolver ciertos problemas con una diplomacia y habilidad, que te hacían replantearte muchas cosas.

Recuerdo ver a mi hermana con su hija en brazos y decir, es mi hermana, es mi sobrina… Y sentir como el vello de mis brazos se erizaban mientras las observaba. Pletóricas. Ella jamás sabrá hasta qué punto me hizo sentir orgullosa y feliz, porque fue un momento mágico.

Recuerdo ver a mi chica crecer a mi lado. Verla perder miedos, perder inseguridades, ganar  confianza en el mundo y en las personas. Recuerdo verla sonreír a carcajadas, la recuerdo restando importancia a los problemas para evitar que me preocupe, recuerdo verla protegerme de todo y ante todo. Recuerdo cada día que he vivido con ella, cada viaje, cada escapada, cada momento de risas que acaban en lágrimas, de siestas que acaban a la hora de la cena. Recuerdo cuando me dijo por primera vez que me quería, y también recuerdo cuando fue la última vez, esta mañana.

Y ahora, gracias a las tecnologías y a pesar de estar a más de 800km de mi casa y de mi familia, he podido sentir nuevamente esa sensación de orgullo. De esa que te obliga a cerrar los ojos y respirar despacio.

He podido ver a mi sobrina gatear… Y he podido ver cómo le han salido los dientes… Ya tiene dos.

Nunca me ha dado miedo estar tan lejos de casa. Sé que mi familia y mis raíces están ahí. Eso no lo cambian 800km ni 4000. Siempre he sabido que ellos estaban ahí y ellos sabían que estaba aquí, para lo que hiciera falta. Nos turnábamos para visitarnos, venían… íbamos… Y tan felices.

Cuando nació la niña… Algo cambió dentro de mí. Me daba miedo no verla crecer, me daba miedo que creciera sin saber quiénes éramos nosotras, sin que nos pusiera cara. Que pensará… “Ah… Son mis tías las de Barcelona…” Por eso durante estos 8 meses que tiene mi pequeña, he ido más veces que en los 6 años que llevo viviendo en Barcelona.

Pero ahora, hacemos video llamadas diarias. Todos los días, mi hermana me llama y podemos ver a la niña. ¿La suerte? Que sabe quiénes somos. Cuando sale nuestra cara en la pantalla, la vemos sonreír y eso, nos desarma.

Mi hermana le ha enseñado a decir hola y adiós con la mano… Y cuando salimos en la pantalla, la niña nos saluda con la mano y sonríe.

La hemos visto gatear, la hemos visto saludar, la hemos visto los dos dientes que comienzan a salir… Pero lo que nadie se imagina, es lo feliz que nos hace poder ver eso…

¡Hola a todas!

Hoy escribo para contaros novedades. Igual alguna de vosotras ya se ha enterado, seguro que sí, pero por si acaso, os lo cuento yo.

Las chicas del @AndamioDe han organizado un concurso del “Mejor Blog Lésbico de la Red”. Hicieron una primera criba en la que la gente podía nominar al blog lésbico que más le gustase. Y ahora, en la segunda fase, han publicado los blogs que han sido seleccionados por sus lectores para llevarse el galardón.

¡Hay muchos blogs!  Os invito a que paséis y conozcáis todos los blogs que hay. Los hay de todas las temáticas posibles, seguro que os encanta descubrir una página en la que están todos los blogs lésbicos de moda.

Si hay alguno que os gusta, no dudéis de votar, ¿De acuerdo? Pues os dejo el link y ya me diréis si descubrís algún blog que os guste.

Un besazo!

Aquí tenéis el link:

http://www.elandamio.org/2014/10/vota-al-mejor-blog-lesbico-de-la-red.html

¡Un año! Sí, ese es el tiempo que ha pasado desde mi accidente de moto. Un año, con todos sus días y cada uno de sus minutos. Un año que ha sido muchas cosas, pero en ese aspecto, ha sido un año difícil.

Ha sido un año lleno de rehabilitación cada tarde, de médico cada semana y de infiltración cuando era necesario. Ha sido un año de intriga y nervios por saber si mi dedo volvería a estar bien. De saber si mi muñeca era la causante de todo. Ha sido un año difícil.

Pero ya está, 365 días después aquí estoy, tecleando estas letras para quien esté al otro lado. ¿Os parece poco? A mí no, para que os voy a engañar. Podía ser todo diferente, por supuesto, pero es así y yo me siento regalada.

Así que, por favor, tener cuidado. No somos invencibles, ni somos heroínas ni héroes. No somos inmortales. Somos nosotras mismas. Y sí, esto puedo tener fecha de caducidad. No penséis que las cosas solo les suceden a los demás y que nosotras estamos cubiertas por un halo que nos protege. Las cosas suceden. A veces te suceden a ti y otras no. A veces a alguien cercano a ti, a algún amigo o familiar. A veces suceden cosas buenas y otras no. Pero siempre suceden cosas. No os arriesguéis.

Lo importante no es quien corre más o quien tarda menos en llegar a un sitio. Lo importante no es la velocidad, ni tener más o menos cabeza. Lo importante es llegar. No solo para ti, por supuesto, también para quien te espera. Siempre te espera alguien. Siempre hay alguien que espera por ti, que espera que no te pase nada, que espera en casa calentando las lentejas.

Para mí, no merece la pena. Para mí merece más la pena quien me espera. Así que yo no corro, no arriesgo y no hago cosas sin sentido. No lo hacía antes y no lo haré ahora. Sí, es cierto, he tenido un accidente. Sí, es cierto, no fue culpa mía. Pero lo tuve. Intentaré estar más atenta y por supuesto, el resto de los conductores. Nos puede pasar a cualquiera, por eso es importante extremar cada uno su prudencia.

No hay nada más importante que llegar a casa y besar a mi chica, aunque llegue cinco minutos tardes, aunque llegue con el buzón de voz lleno de mensajes sin atender, aunque llegue cabreada por el tráfico. Se que cuando abra la puerta y la vea, veré que ha merecido la pena.

¿Sabéis? Ha sido un fin de semana de lo más intenso. Han sido dos días llenos de sorpresas y de emociones. Han sido dos días increíbles…
Este sábado pasado ha sido mi cumple. Pero no contenta con eso, también ha sido el cumple dd mi chica. Sí, como os lo cuento.
Este sábado cumplía años la mejor persona que conozco.
Decidimos juntar a los amigos y organizar una cena. Nos encanta rodearnos de la gente a la que queremos.
Mi chica, incansable por verme feliz, movió cielo y tierra por traer a mis hermanos y poder celebrarlo con ellos. Pero por trabajo y por la vida en general, no pudieron venir.
Pero ella no se rinde y quería que ese día fuera especial y me sintiera especial…
El sábado por la mañana, llamaron a la puerta de casa. Me levanté aún dormida y sin saber ni que hora era… Al abrir la puerta me encontré con una de mis mejores amigas de toda la vida.
Me quedé sin palabras.
Mi chica lo había hecho posible. Había traído a alguien muy especial para mi. Quería que me sintiera feliz. Pero no se da cuenta que desde hace 6 años lo soy y cada día más.
Así que, gracias a ti mi vida por hacerme sentir especial y regalarme el mejor cumpleaños que podía tener.
Y a vosotros, amigos, gracias por compartir este día tan especial para nosotras. Sois únicos.

Mi dedo no tiene solución. Sí, creo que es la mejor manera con la que comenzar esta entrada. Pero os pongo en antecedentes, para que podáis entender todo lo que os cuento.

Hace casi un año, el día 7 de octubre tuve un accidente con la moto. Por suerte, no me rompí nada, a pesar de lo aparatoso que fue. Pero me hice polvo una de las muñecas.

Esa muñeca, ha sido mi tendón de Aquiles desde que era una adolescente. Me la lesioné jugando al baloncesto y desde aquel día pasé por numerosas lesiones y hasta por tres operaciones. Al final, tras mucha rehabilitación, con la última operación la mano quedó “cómo nueva”. No me daba guerra y me dejaba vivir con normalidad. Hasta el día 7 de octubre…

La caída fue tan fuerte que la muñeca me explotó por dentro. Sí, es cierto. No me rompí nada. Pero mi muñeca no estaba bien. Me dolía y la tenía inflamada y a partir de ese momento, comenzó a dolerme el dedo meñique y a engancharse el tendón cada vez que flexiono el dedo. Lo llaman “Dedo en gatillo”, y es un coñazo.

Ha pasado casi un año y el dedo va cada vez peor, ahora no solo es el meñique, también el anular. Los tengo como dormidos. Siento una especie de hormigueo cada vez que los muevo. Es cierto que no es demasiado doloroso, pero es muy incómodo. Los flexiono mal, los muevo mal y es una sensación muy rara.

El martes pasado volví a ir al médico, esta vez, a un especialista en muñecas. “No hay nada que hacer”, me dijo. El problema no lo tienes en el dedo, sino en la muñeca, y te desencadena ahí, porque el tendón pasa por ahí mismo. ¿Entonces? Le pregunté yo. Habría que hacer dos operaciones de muñeca complicadísimas y otra del dedo para arreglártelo. No te compensa, porque seguramente la muñeca te quede peor que ahora, aunque el dedo te quede bien.

Total… Que me quedo como estaba. El dedo mal. Igual con el paso del tiempo, vuelve todo a la normalidad, me dijo el doctor, pero no volverás a tenerlo como antes…

Y te quedas pensando… ¿Otra vez a empezar? Llevo todo el año de médicos, de sesiones de rehabilitación y no tiene solución…

Aunque, si miro hacia atrás y pienso fríamente la verdad es que he tenido tantísima suerte, que si solo me queda de secuelas esto, creo que soy muy afortunada. Sí, a pesar de los pesares. Muy afortunada. Porque tras el choque y la caída, lo único que me rompí fue el vaquero, así que, puedo al menos sonreír y seguir hacia delante.