Archivos para junio, 2013

Veo esta hoja en blanco, miro dentro de mí y sé que tengo tantas cosas que contar, tantas cosas que hacer rimar, que inmediatamente, cojo mi boli y comienzo a dibujar y como si de un lienzo se tratase, comienzo a perfilar, a colorear los recuerdos a base de palabras esdrújulas.

Y así, palabra a palabra, pincelada a pincelada, yo me voy relajando, mis manos van dejando de temblar vigorosamente, mis recuerdos usan un filtro, usan la ley del embudo, y comienzo a recordar tantas y tantas cosas que me han hecho tan feliz…

Comienzo a rellenar de palabras el papel, comienzo a garabatear, como un niño pequeño, pero al igual que él, lleva un mensaje. Mis garabatos hablan de mí, hablan de ti, hablan de lo que tú quieras leer entre sus trazados imposibles. Hablan, de eso estoy segura, porque tú me lees, tu puedes entenderme, tú te emocionas cuando lo haces…

Y es caer la noche, asomarme a la ventana y sentirme tan pequeña en los ojos de la luna, sentirme tan transparente a su claridad, sentirme tan sumamente “yo misma” que necesito terminar de encontrarme, necesito sudar palabras, sudar esas cosas que me callo, sudar hasta empaparme la imaginación, sudar hasta perder la razón… Sudar.

Y me siento tan cómoda entre sombras… Y me siento tan cómoda en la penumbra. Así es como más me gusta escribir… Sin que me vean, sin ser vista a los ojos de cualquiera… Sin que se intuya el color de mis ojos, mis curvas, que me persiguen siempre, sin que se distinga el tono de mi piel.

Y me siento tan cómoda entre sombras… Y me siento tan cómoda en la penumbra. Que desde aquí, desde mi refugio, desde mi trinchera donde me siento fuerte, donde soy yo sin pesares ni porqués, donde miro a la vida a los ojos sin que me turbe, sin miedo, sin recelo… Porque desde mi refugio veo las cosas más claras, como si hubieran sido retocadas, como si acabara de amanecer en mi salón.

Y me siento tan cómoda entre sombras… Y me siento tan cómoda en la penumbra. Nadie me ve, nadie me oye y esa realidad me hace fuerte. Ninguna fuerza es tan importante como la de sentirte a salvo. Me siento a salvo en la oscuridad de mi casa, entre las sombras de mi refugio. Oteando la vida desde mi escritorio, escudriñando el horizonte, las metas a perseguir, las metas posibles, los sueños que quedan por cumplir…

Y me siento tan cómoda entre sombras… Y me siento tan cómoda en la penumbra. Que quería daros las buenas noches, sí, a todo el mundo que se deja caer por mi blog, a los que acostumbran a ello y a los que llegan por casualidad. A los que no se identifican conmigo, con mi vida, con mis historias… A los que se emocionan al sentir que no han sido los únicos en experimentar algo así… A los que se sienten tele transportados a otra vida, a otra historia. Así que a todos y cada uno de vosotros, buenas noches.

Y me siento tan cómoda entre sombras… Y me siento tan cómoda en la penumbra. Decimos hoy adiós a junio, arrancamos la hoja del calendario y damos la bienvenida al siguiente de la lista. Añadimos las cosas importantes en la hoja nueva, que siempre hay varias fechas señaladas. Comenzamos a escribir de nuevo, comenzamos una historia nueva. Tú eres el guionista, tú eres el protagonista, es tu historia, es tu vida, escribe, no te quedes callado, no te quedes sin palabras… ¡Escribe tu vida!

Aprovechando que hoy es el día del orgullo, aprovechando que hoy es #28J, aprovechando que cada año más gente conoce este día, aprovechando que tengo la oportunidad de escribir, quería desearos un feliz día, un feliz orgullo y muy feliz visibilidad.

Algunos dicen que la gente que es como yo… no somos gente sana, que no estamos mentalmente bien, que estamos enfermos, que somos depravados, que “no tenemos derecho a tener derechos”, valga la redundancia… Y dicen esto y se quedan tan tranquilos, se encienden un puro y continúan con su vida, sin preocupaciones, sin miedo ni temor, sin aguantar insultos, vejaciones, humillaciones…

Muchos de nosotros hemos sufrido, nos han puesto trabas, nos han surgido miles de problemas por el camino y hemos llorado lágrimas de orgullo, lágrimas que escupían la realidad de esta sociedad… Así que sí, tenemos nuestro día, nuestro día del orgullo, nuestro PRIDE. No es que seamos especiales, ni mucho menos, el día del orgullo viene de lejos, aunque no tanto, y viene como la mayoría de las cosas importantes que tenemos, de una lucha, de una pugna, de hombres y mujeres valientes, luchadores, que no se cohibieron, que no tuvieron miedo y se enfrentaron a quien se le puso por delante… Por esa gente que se manifestó, que se enfrentó, que luchó, que fue golpeada, insultada, detenida y a saber qué más… Por esa gente estamos hoy donde estamos y podemos disfrutar de miles de cosas…
Cierto que esas cosas deberían de ser derechos inherentes a las personas, estamos de acuerdo, pero nunca lo fueron. Esos derechos que hoy en muchos sitios podemos disfrutar se consiguieron por el esfuerzo, el sudor y la sangre de muchas personas que no se rindieron, que sabían que el amor jamás puede considerarse algo malo, algo enfermizo, algo a que tratar a base de terapias que lo único que saneaban era las cuentas corrientes…

Un día en el programa de radio ( www.elandamio.org ) hablé sobre este tema, contando toda la historia de los disturbios de Stonewall, la historia de nuestra bandera, del arco iris… Es muy interesante saber de dónde vienen las cosas y por qué.

Así que, amigXs, disfrutar del día de hoy, disfrutar de esto 28 de junio que viene cargado siempre de millones de proyectos, planes, de luchas nuevas que debemos afrontar… Pero como siempre, unidos, dándonos apoyo, luchando unos junto a otros, somos fuertes, somos muchos y luchamos por una causa común.

Y sí, quizá esté enferma, porque me he dado cuenta de que me gustan mucho las mujeres, que me gusta mucho desnudar a mi chica, botón a botón, suspiro a suspiro… No hay sensación tan quimérica como desnudar a alguien a quien deseas… No hay enfermedad más palpable que observar mis ojos cuando la miro, cuando la siento, cuando recibo un mensaje de ella, cuando me dice ¡guapa!, cuando me llama con algún apelativo cariñoso, cuando me despierto sabiendo de ella… Así que sí, estoy enferma, pero me encanta esta enfermedad… Porque si hubiera más gente como yo, como tú, que lees esto, el mundo iría mejor, todo estaría mejor… No hay nada como acostarse sintiéndose querida y sabiendo que tu amor, tu cariño, tu fuerza, tu energía sirve para mucho, para muchas personas.

¡¡Feliz día amigos!! Y a los que estáis por Barcelona ¿Nos veremos?

Nunca creí que diría algo parecido a esto. Nunca creí que haría una entrada solo y exclusivamente para esto. Nunca creía que crearía un blog. Nunca creí que ese blog pudiera recibir más de una visita al mes. Nunca creí que algo de lo que yo pudiera escribir le pudiera interesar a alguien. Nunca creí que alguien fuese a citar una frase mía, una frase sacada de alguna de mis entradas y usarla en alguna red social para expresar sus sentimientos. Nunca pensé que el hecho de crearme una cuenta en alguna que otra red social para promocionar el blog pudiera darme tantas alegrías. Nunca pensé que pudiera conocer gente tan autentica como la que he conocido, gente maravillosa, gente especial, grande, buena… Gente como vosotrXs, que estáis ahí, al otro lado. Nunca creí que llegaría a más de… ¿100 visitas? Y quizá el mismo número de seguidores en twiter… Sin embargo,  que mal he apostado… Que mal he vaticinado el futuro de este blog…

¡¡Gracias!! ¡¡6000 gracias!! Porque … No os podéis imaginar lo que se siente al ver este número, al imaginar a 6000 personas leyendo algo que yo siento… ¡¡6000 gracias!! Con todas las letras.

Me gusta leer, tumbarme en el sofá junto a una taza de café humeante y leer, sin preocupaciones, sin prisas, sin teléfono sonando… Empaparme en la historia, ser la protagonista, o la amiga de la protagonista y disfrutar por un rato de una vida que no es la mía.

Me gusta escribir, sentarme en mi escritorio con mi boli azul y vaciarme, vaciar mi mente, mi alma y sangrar cada una de las que cosas que atesoro dentro de mí. Escucho música, me embebo de mil y una sensaciones y esculpo estas palabras, brotan, nacen y mueren y alguna de ellas, deja huella en mí.

Me gusta hablar, conversar con la gente, oír sus voces e intuir su estado de ánimo. Me gusta conocer distintas formas de pensar, de vivir, de razonar… Porque en el fondo todos tenemos nuestra razón, nuestra verdad, nuestra piedra filosofal…

Me gusta mirarte cuando sé que no te das cuenta, cuando sé que no puedes mirar la cara de tonta que se me queda… Me gusta mirarte en silencio, en medio de un griterío, mientras comes, mientras caminas, mientras hablas por teléfono… Me gustas.

Me gusta tu voz, sí, el sonido de tu voz, tan pausado, tan tranquilo, tan… íntimo. Me gusta escucharte, me gusta que susurres mi nombre, me gusta que me menciones…

Me gusta el mar, me gusta la playa, me gusta escribir tonterías en la arena con el pie, me gusta pasear por la orilla, descalza, disfrutando de la brisa, recargando mi batería solar y salina. Me gusta que me dé el sol en la cara, cerrar los ojos y disfrutar de mi fotosíntesis particular.

Me gusta conducir, aunque en Barcelona capital no mucho, me gusta llevar el volante y conducir, disfrutar del paisaje, de la música que sirve de banda sonora para ese viaje en cuestión. Me gusta las conversaciones sobre las expectativas de lo que nos vamos a encontrar, lo que vamos a hacer, lo bien que lo vamos a pasar…

Me gusta el café… Adoro el café. Me da igual que sea verano o invierno, que sea de noche o que esté saliendo el sol, que esté sola o con toda mi familia… Me gusta su olor, que llega a cada rincón de mi casa. Me gusta su color, como tus ojos. Me gusta que me embriague con su cafeína, que despierte hasta partes de mi cuerpo que no estaban ni dormidas. Me gusta disfrutar de cómo excita a mis papilas gustativas antes de dejarse caer dentro de mí. Me gusta el café, su amargura, su textura, su olor…

Me gusta las noches de verano, como a Shakespeare. Las noches de verano son mágicas, cómicas, divertidas, llenas de sorpresas iluminadas por la luna, llenas de paseos nocturnos, llenas de sudores fríos a la hora de dormir, de baños en la noche de San Juan…

Me gusta la fotografía, las fotos, retratar el momento, captar la energía de “algo” en concreto. A pesar de tener buena memoria, me gusta tener un disco duro que guarde todo lo que mis ojos han visto y se han podido deleitar. Así que salgo con mi objetivo y capturo todo lo que de una manera u otra ha removido algo en mí, ha cambiado algo, me ha llamado por mi nombre, tuteándome, y ha hecho que me gire y que toda mi atención, todo mi campo visual y toda mi energía… Se dirija hacia allí, que congele, que capture, que robe ese instante.

Me gusta cuando disfrutaba de las fiestas de mi ciudad, de la feria, de las casetas, de las mil y una atracciones que montaban y que valían un ojo de la cara. Me gustaba ir a los conciertos, siempre venía gente muy importante y muy conocida a nivel nacional, así que si querías ver actuar a alguien, tenía que ser en las fiestas o bien en otra ciudad. Me gustaba mucho ir a las casetas con mis amigos. La mayoría de la gente bebía sidra, que es muy típica por allí. Me encanta la sidra, siempre que la bebo recuerdo esos momentos.

Me gusta ver los fuegos artificiales, noche oscura, y el cielo brillando, temblando.

Me gusta que haya alguien al otro lado, detrás de su pantalla de ordenador, que haya entrado en mi blog conscientemente, solo para leerme, solo para leer mi última entrada, solo por leer qué cosas me gustan, qué cosas escribo, qué cosas siento… Me gusta ver las estadísticas, que siento reconocer, miro cada poco, soy vanidosa quizá, pero es tal “subidón” el que me da cuando veo que me lee tanta gente, cuando veo la gente que repite, la gente que se había conectado esta misma semana y que ha vuelto a conectarse… Me gusta escribir para vosotrXs, me gusta saber que estáis ahí, a mi lado, leyéndome, apoyándome, disfrutando de las cosas que me pasan, que siento o que simplemente modelo para poder publicar… Me gusta teneros ahí.

Conversaciones que te dejan el alma liviana, tan frágil, tan ligera que crees que transporta tu sueño el mismísimo Morfeo y sus alas.

Conversaciones  en mitad de la noche, sin preámbulos, sin índices ni guiones, conversaciones que surgen de la necesidad de conversar, de saber, de conocer, de abrirte…

Conversaciones abrigadas entre sábanas, abrigadas con abrazos de terciopelo, con besos de sabor de chocolate, con susurros ininteligibles, como si fueran en morse…

Conversaciones medicinales, conversaciones terapéuticas, conversaciones salvadoras que cuelgan de las agujas de un reloj, que con cada tic tac notas ese alivio, notas como el fluir de tus palabras es como un sedante de tus miedos, de tus ansias, de tus vacíos…

 Conversaciones a quemarropa, tan cerca tu voz de la mía, tus labios de los míos, tu aliento del mío, que en un momento, creo que somos una persona, una única persona, sí, así lo veo.

Conversaciones a media tinta. Conversaciones a medio gas. Conversaciones a todo volumen, capaces de romper el cristal. Conversaciones con trazos irónicos, como un lienzo de Van Gogh. Conversaciones sin tildes, ni comes, ni porqués. Conversaciones que no conocen excusas, conversaciones sin retorno. Conversaciones nuestras, tuyas, mías.

Conversaciones profundas, con palabras que he guardado bajo llave en algún lugar recóndito de mi ser, en algún almacén subterráneo donde no llega tu voz, donde solo hay cristales de tu voz. Palabras que bajo la luz de tu mirada se sienten únicas, privilegiadas, elegidas… Palabras que una vez que han cobrado forma y sonido, pierden cualquier temor y se disparan hacia a ti. Palabras que han nacido, han surgido, han sido pronunciadas solo y exclusivamente, para ti, mi amor.

A esas conversaciones me refiero, compañera de almohada, compañera de vida, de cama, de madrugada. Compañera   querida, compañera amada, compañera deseada y nunca comparada. A ese tipo de conversaciones que te liberan las tensiones acumuladas, que te dejan ligera de equipaje para viajar al ultramundo, donde me esperas tú.

Tú, mi conversación, mi voz, mi abrazo en esta noche. Tú, mi ángel protector, mi reina de corazones, mi amuleto. Tú, mi todo, mi póker de ases, la canción que tarareo inconscientemente. Tú, tu labio mordido, tu mirada fugaz en un descuido, tu voz suave, agradable, preciosa. Tú y yo, juntas, poderosas, inseparables. Tú y yo. Tú y yo. Tú y yo…

Suena muy bien ¿Verdad?

No sabría deciros si fue una casualidad, o varias, o quizá el destino, o una señal, o el inicio de una conversación sin ninguna doble intención, o a lo mejor fue por tener gustos parecidos… No lo sé, no sabría deciros, lo único que os garantizo es que lo volvería a iniciar una y mil veces.

Muchas veces pasan cosas a nuestro alrededor, a nosotros mismo o a personas de nuestro círculo más íntimo que no sabemos expresar, pero sin embargo las aceptamos, nos sentimos cómodas con esas casualidades y continuamos.amistad<

Me alegra saber que existe gente buena, gente que a pesar de la distancia, a pesar de mil pesares, están ahí, al otro lado. Me gusta creer en el ser humano, me gusta creer que de verdad hay gente que se preocupa por ti sin buscar nada a cambio, que no lo hacen por quedar bien. Me gusta ver cómo te preguntan “¿Cómo estás hoy?” Y te lo preguntan de corazón, sintiendo que eres una amiga, sintiendo que eres alguien en su vida.

Es increíble como a veces conoces a gente que te llena de una manera increíble. Sí, porque generalmente estamos rodeados de gente que nos conoce, con los que hablamos a diario de cosas banales, del tiempo, de deportes… Y sin embargo, llegan a tu vida una serie de personas, con las que apenas has hablado, a las que apenas conoces… Y te hacen sentirte integrantes de su vida, te hacen sentirte cómoda hablando, contando, sintiendo, llorando…

Así que sí, existe gente buena por el mundo, gente extraordinaria, gente que se preocupa por ti, gente que te apoya en todo lo que haces, gente que, en mi caso, me lee cada vez que subo una entrada, que me alienta a que siga escribiendo, a que suba nuevas entradas. Gente con la que me reconforta hablar, gente que se acuerda de las nimiedades de mi vida, si tengo médico, si tengo reunión, si tengo una conversación importante… Gente que te hace sentir especial, querida, parte de…

Así que, gracias, de corazón. Porque para una persona como yo, con todos los miedos y los demonios que tengo dentro ( que poco a poco van saliendo, ya lo sabéis) saber que hay alguien que me apoya, que me lee, que me valora lo que hago… Me emociona, y no sabéis hasta qué punto me emociona… Jamás me he sentido tan agusto dentro de un grupo como lo estoy ahora. Gracias de todo corazón por estar al otro lado, por los buenos días, por las buenas noches, por las noches sin dormir por hablar conmigo y sacarme los demonios, por las palabras de aliento y de ánimo, por animarme, por escucharme en la radio y pedirme mil canciones… Gracias por estar al otro lado, gracias por aparecer y gracias por dejarme ser una verde más.

 

 

 

 

 

Te quiero

En la entrada anterior os decía que comencé a escribir desde que era muy joven, desde que era una cría, desde que supe que era diferente, que sentía diferente, que no conocía a nadie que sintiera como yo… Desde que supe que las cosas no serían fáciles, que no me regalarían nada… Desde que supe que mi voz se podía volver líquida, como la tinta. Que mi timbre tendría la mejor caligrafía. Que mi acento lo entendería todo el mundo, aquí, allí…
Supongo que utilice el boli papel como escudo. Era la única manera que tenía de poder sacar, vaciarme de todo lo que llevaba dentro e intentar ser yo misma, sin tanto peso, sin tantas responsabilidades, sin tanto miedo acumulado… Era difícil ser yo misma, era difícil sentir todo lo que sentía, no entender nada de lo que me sucedía, no poder hablar con nadie, sentirme tan sola… Era muy difícil, fue inmensamente difícil…
¿Qué hice? Refugiarme en mí misma a priori. No me defraudó la relación, quiero que lo sepáis. Nadie (Y cuando digo nadie, es nadie) Nadie es tan importante en esta vida como nosotros mismos, como vosotros… Como nosotros en singular. Así que quereros, escucharos, atended vuestras necesidades, vuestras ganas de vivir, de salir, de bailar… Porque somos únicos, en todo, únicos. No permitáis que nadie os diga lo contrario.
Soledad
¿Sabéis? A mí me dijeron mil veces cosas parecidas a esas que acabo de decir, referentes a mil aspectos diferentes de mi persona. Lo peor no es que la gente te diga o te deje de decir, ¿sabéis que es lo peor? Que yo me lo creí, me lo creí a pies juntillas… Y no había nadie cerca para decirme que eso era absurdo, que eran tonterías. Pasaba el tiempo y yo no hablaba mucho con la gente, me lo seguía callando, lo seguía escribiendo, pero todas esas cosas, hacían mella en mí, hicieron mella, mejor dicho.
Es difícil, supongo que la edad, las circunstancias, las personas que me rodeaban, de las que yo me rodeaba… Pero a día de hoy me cuesta superar muchas de esas palabras, muchas de esas cosas que me decían las tengo presentes, como si las estuviera escuchando… Ha llovido mucho, muchísimo… Y os puedo asegurar que no soy la misma persona que hace quince años, de verdad que no. Por decir, os diría, que poco queda de aquella niña.
La vida te va haciendo fuerte, a golpes, pero te fortalece. No sufro igual ni por las mismas cosas. No me decepciona casi nadie, porque de poca gente espero cosas hacia a mí. No quiero llevarme palos, no quiero llevarme preocupaciones a dormir.
Y sí, si echo la vista atrás, creo que si juntamos mi timidez, mi introversión y por supuesto, todas estas vivencias… Creo que el resultado es lo que veis. Una chica que sobretodo intenta pasar desapercibida (ni os imagináis hasta qué punto), no me gusta llamar la atención. Soy la discreción en persona… Y todo viene de ahí, de todos los medios que me metieron (me metí) en la cabeza, de tener mil complejos, de tener las palabras en la punta de la lengua, pero que no quieran salir…
Últimamente el blog va de confesiones ¿verdad? Bueno, como me las he callado durante tanto tiempo, ya creo que no se consideran ni confesiones, son conversaciones entre amigos, frente a una taza de café (el mío con hielo, que ya hace calor).
Bueno, aquí queda un trocito más de mí, en estas letras, en vuestras pantallas, en vuestra retina, en vuestras vivencias…

 

¿Sabéis una cosa? Jamás me imaginé que el blog iba a recibir tantas visitas, que iba a tener tantos seguidores en twiter, que mis palabras iban a tener tan buena acogida… ¡Jamás!

Comencé a escribir cuando era apenas una cría, porque me sentía sola, porque me sentía diferente y porque necesitaba explicar al mundo lo que pasaba dentro de mí. Quizás este fue el momento en el que me hice tan reservada en cuanto a mis sentimientos, en cuanto a las sensaciones que experimento en determinadas situaciones… Puedo pasarme horas hablando y sin embargo no decir ni una palabra acerca de mi estado de ánimo…

Así que empecé a escribir… No soy ninguna heroína, aunque parecía que nada me dolía, que era inmune al dolor, que nada me hacía perder la paciencia o la sonrisa… Después llegaba a mi habitación, me ponía los cascos con la música a todo volumen y “vomitaba” todo lo que sentía, todo lo que pensaba, todo lo que no decía.

Siempre me recuerdo escribiendo, siempre. Tenía un cuaderno que llevaba a todos los sitios y era el único con el que hablaba de tú a tú, sin miedos, sin vergüenza. Pero llegó un día en el que no quise escribir más, no sé exactamente qué es lo que se me pasó por la cabeza, pero dejé de escribir.

Alguna que otra vez volví a coger un bolígrafo y un papel en blanco y lo intenté, pero no salía nada. ¡Estaba vacía! No tenía nada que contar, mi alma estaba silenciada, no sé si sería por el tiempo, por la rutina, por el miedo… Pero no decía nada, callada, ausente, como si no estuviera…  Y así me pasé mucho tiempo, con millones de ganas de escribir y nada que decir… Nada que contar…

Y un buen día, sin que pasara nada excepcional en mi vida, me levanté con ganas de escribir. No os podéis imaginar la alegría que me dio el tener cosas que contar… No perdí ni un segundo. Cogí un papel y volqué todo lo que llevaba tanto tiempo reprimiendo. Os aseguro que fueron muchas cosas, diversas, bonitas, dolorosas, largas, cortas… Pero todo era mío, todo nació de mí e incluso, alguna que otra, murió aquí también.
<

Entonces cree el blog, quería hablarle al mundo, quería contar cosas… Pero no me soltaba, no era yo… Me daba como vergüenza decir exactamente lo que me apetecía decir… Es más, si comparáis mis primeros escritos, con los últimos… No parece ni siquiera el mismo blog, y lo es. Tiene una explicación, como todo en esta vida, me siento cómoda escribiendo y que me leáis, me siento como una más de vosotras, me gusta hablar con vosotras, que me contéis, que os cuente y ver que vosotras llegáis a mí y yo a vosotras, ver cómo nos inspiramos unas a otras, como nos apoyamos y como nos valoramos.

Jamás, y lo digo con la boca bien grande, jamás, me he sentido tan valorada como me siento hoy en día, como me siento al leer los comentarios del blog. Jamás me he sentido tan querida, tan aceptada, tan comprendida… Así que, millones de gracias, de verdad, de corazón, porque gracias a todas las que me leéis, a las que me comentáis, a las que me dejáis mensajes privados diciéndome infinidad de cosas, gracias a todas vosotras, yo tengo más ganas de escribir, yo tengo la sonrisa cada vez más grande y la risa más sonora… Porque gracias a vosotras, tengo infinidad de proyectos, de sueños, de trabajos… Porque gracias a vosotras, me siento alguien, alguien especial, alguien que vale para algo, alguien que ha encontrado su sitio… Millones de gracias.